Un divorcio es una situación de cambio en la familia. Y es importante intentar poner los medios necesarios para que esos cambios afecten lo menos posible a los niños. Cada vez más parejas disfrutan de la custodia compartida.
Con el paso del tiempo, la tensión emocional que la pareja vive en el momento posterior a la ruptura, se irá suavizando con el tiempo. ¿Qué beneficios aporta a los niños la custodia compartida? En Efe Blog te lo contamos.
Colaboración entre los padres
Este tipo de custodia invita a una mayor comunicación entre los padres para concretar detalles de la educación de sus hijos. Por medio de este diálogo se reduce el riesgo del sÃndrome de alienación parental cuando uno de los progenitores posiciona al niño en el rol de elegir entre querer a su padre o a su madre.
Los padres se implican por igual en el cuidado y atención de los niños. Y esto aporta felicidad no solo a los niños, sino también, a los progenitores.
Gracias a la custodia compartida se fomenta la igualdad de roles; evitando la sensación de que uno es más importante que otro para el niño.
Por medio de esta custodia se igualan los roles para que tanto el padre como la madre estén implicados en el cuidado afectivo y, también, en el trabajo como fuente de ingresos.
Autoridad del padre y la madre
La custodia compartida ayuda a que los niños tengan una relación positiva con ambos progenitores al compartir tiempo de forma equitativa con ambos. De este modo, los hijos aprenden a respetar la autoridad de cada uno.
Gracias a la custodia compartida, los padres pueden ejercer sus funciones de forma positiva; defendiendo sus derechos y cumpliendo sus obligaciones por igual.
Inteligencia emocional
La custodia compartida también eleva el nivel de resiliencia infantil puesto que este entorno de seguridad es terapéutico para minimizar el impacto psicológico que el divorcio puede producir en el niño. Por ejemplo, el niño es menos vulnerable ante el temor del abandono.
La custodia compartida minimiza la sensación de dramatismo después de un divorcio; y aporta una sensación de normalidad. Gracias a la custodia compartida, el padre y la madre tienen la oportunidad de compartir, por igual, situaciones cotidianas e importantes en la rutina del niño. Por ejemplo, ir a buscarle a la salida del colegio.
A partir de la custodia compartida los niños perciben una sensación de normalidad a pesar del cambio que se ha producido en la familia. Por medio de este tipo de custodia se intenta prevenir que el impacto psicológico de la ruptura sea traumático. Es decir, es importante que la rutina del niño sea lo más fiel posible a los hábitos previos antes de la separación.
Eso no significa que el niño no pueda experimentar ciertos sÃntomas de estrés después del divorcio porque necesita un tiempo para adaptarse al cambio de la separación. Por otra parte, lo verdaderamente determinante no es la custodia compartida en sà misma, sino la actitud de los progenitores; su disposición para el entendimiento y el diálogo. También, el respeto y la amabilidad con el otro. Porque lo más importante es pensar en el bienestar del hijo; más allá de las diferencias sufridas como pareja.