La primera función de los tejidos adiposos consiste en almacenar los aportes alimenticios excedentarios en reservas energéticas. Esta es por ejemplo la estrategia adoptada por los animales que hibernan. Antes de la llegada del invierno, el animal se sobrealimenta para crear reservas de grasa que le permita proporcionar el aporte calórico y energético necesario para mantenerse en vida durante todo el invierno.
Conviene comprender que el cuerpo almacena los aportes calóricos y concretamente el azúcar, la glucosa, transformándola en ácido graso gracias a una hormona llamada insulina, que es en parte responsable del aumento de grasa.
La función de la insulina
Cuando ingerimos y digerimos alimentos ricos en azúcares, hay una gran liberación de azúcares en la sangre. Sin embargo, nuestra tasa de azúcar sanguÃnea no debe superar un cierto umbral, más allá del cual podemos provocar problemas mayores.
La hormona encargada de la regulación de la tasa de glucosa en la sangre es la insulina. Esta es secretada por el páncreas y se encarga de almacenar el azúcar excedentario.
Soluciones de la insulina
Para una persona sedentaria, este azúcar será transformado en ácido graso a partir del cual el cuerpo fábrica triglicéridos que alimentan los tejidos adiposos, a esto le llamamos la lipogénesis.
Para una persona activa que práctica una actividad fÃsica regular, otro fenómeno interesante tiene lugar, la insulina provoca un almacenamiento de azúcares no en los tejidos adiposos, sino en los músculos.
Nuestros músculos poseen sus propias reservas energéticas. El azúcar del músculo que llamamos glucógeno se almacena en el lÃquido intracelular de la fibra muscular para alimentar el músculo de energÃa durante un esfuerzo intenso.
Tras una sesión de deporte, las reservas de glucógeno del músculo quedan agotadas. Los músculos reclaman comer y la insulina responde enviando el azúcar procedente de la digestión.
Debemos comprender que la insulina envÃa el azúcar allà donde hay necesidad, si se es una persona activa son los músculos los que comen el azúcar, si se es una persona sedentaria, estos azúcares contribuyen a la creación de reservas grasas.
Por lo tanto podemos concluir que principalmente son los azúcares los responsables del aumento de peso, y más precisamente los azúcares transformados, no naturales con un Ãndice glucémico alto.
No es la grasa alimenticia la que forma la reservas de grasas corporales. Esta es una visión reduccionista e ideológica del aumento de peso. Muchos regÃmenes pretenden suprimir las grasas alimenticias, puesto que se piensa que son las responsables de los kilos de más, una práctica muy peligrosa e inútil a largo plazo.
La grasa, y de forma más precisa los ácidos grasos, son fundamentales, son los precursores de la mayorÃa de las hormonas y son los agentes protectores y antiinflamatorios del cuerpo.
Comer productos frescos
Indudablemente, debemos incluir en nuestra alimentación una parte importante de productos frescos. Los productos frescos son simplemente productos vegetales, lo más frescos posibles, que contienen la totalidad de sus virtudes y su potencial enzimático.
Sus fibras actúan como una escoba intestinal, frenando y limpiando el sistema digestivo. Su alto contenido en agua de una calidad incomparable, permite una acción diurética muy positiva en el trabajo de los riñones.
Estos alimentos son indispensables para perder peso. Sin embargo, las frutas son los principales limpiadores y desintoxicantes del organismo.
Permiten que el cuerpo se beneficie de azúcares naturales que tienen una acción positiva sobre la glucemia sanguÃnea gracias a un Ãndice glucémico bajo.
Las frutas permiten disolver literalmente la acumulación de grasa, y esto es posible gracias a los ácidos bajos y principios activos presentes en las frutas.
En resumen
Debemos dejar de lado los regÃmenes especiales quemadores de grasa, puesto que todo esto nos es ofrecido por las frutas. Algunas creencias populares pretenden que la fruta es un alimento que engorda, pero esto es totalmente falso, la fruta es el mejor aliado a la hora de perder peso.