En verdad se podrÃa pensar que no existe ninguna relación entre la vida sentimental y la vida profesional. No os equivoquéis, existen varios puntos en común que conviene conocer a fondo.
Al comienzo, se va a tope
Al comienzo de una nueva relación, no hay defectos, todos están escondidos. La persona es amable, perfecta y va bien vestida. Se lleva ropa interior sexy, sobre todo en la cama y el fin de semana en casa. Incluso se toman pequeñas pastillas de menta por la mañana al despertarse para que los primeros besos sean más agradables. Tras varios años, se comprende que los colores son naturales y ya se dejan de tomar las pastillas de menta. Se saca el pijama y las viejas bragas de la adolescencia.
Al comienzo de un nuevo trabajo, no existen defectos, todos están escondidos. La persona es educada, perfecta y va bien vestida. Se lleva traje de chaqueta, y se viste con clase. Se trabaja bien y mucho. Se demuestra que la persona trabaja a fondo, y que le gusta su trabajo. No hay tiempo ni para comer fuera o tomar un café, puesto que hay un gran proyecto que sacar adelante y siempre una reunión que planificar.
Después de varios años en el trabajo, nos damos cuenta de que hace demasiado calor en verano para ponerse un traje de chaqueta, y es preferible ir con vaqueros y unas zapatillas de deporte. Se pasa el tiempo hablando de las vacaciones junto a la máquina del café. No se ha tenido tiempo de planificar la reunión porque, oficialmente, hay demasiado trabajo, y oficiosamente, se ha pasado demasiado tiempo en Internet y en las redes sociales.
Después se mira la competencia
Al comienzo de una relación sentimental, tan solo tenemos ojos para nuestro chico, y no se ven a los otros competidores potenciales, como si no existieran. Tras varios años en la misma relación, la vista se desarrolla de forma increÃble, nos fijamos en los pectorales de otras personas, en su estilo, en su forma de vestir, en sus ojos y en sus manos.
Al comienzo de un nuevo trabajo, estamos muy contentas. Se ha negociado correctamente el nuevo puesto de trabajo, y nos implicamos a fondo en el trabajo. No hay tiempo para poner al dÃa el perfil en Linkedin. De hecho nos da igual, porque tenemos un nuevo trabajo.
Tras varios años de trabajo, vienen las quejas. El salario no es lo suficientemente alto, esto es seguro. Nos atrevemos a ir incluso a ver qué propone la competencia. Nos ponemos en activo ante cualquier propuesta externa, y actualizamos el curriculum vitae.
Finalmente nos quedamos
Al comienzo de una relación sentimental, decimos que es la buena persona la escogida. La hemos esperado durante mucho tiempo, y no es el momento de dejarla partir. Es bueno sentirse estable y que alguien nos espere en casa cuando lleguemos del trabajo.
Tras varios años empieza el aburrimiento, y la sensación de hacer siempre la misma cosa. Hemos visto la competencia, y parece que la hierba está más fresca fuera. Pero tenemos miedo de romper la relación. ¿Y si no encontramos a alguien adecuado? ¿Y si la persona que tengo es realmente la mejor? ¿Y si la otra persona fuera peor? En resumen, nos quedamos con nuestra pareja porque es un valor seguro, y para compensarlo, nos creamos fantasmas con el actor de la última pelÃcula que acaba de estrenar.
Al comienzo de un trabajo, estamos muy contentas de haber firmado el contrato. Finalmente tenemos la seguridad de un empleo. Además, disponemos de algunos dÃas de vacaciones. Se trata luego de decir que se trata del trabajo ideal, que más vale conservarlo, y que incluso es el trabajo de tu vida.
Tras varios años, hay que confesarlo, está bien, a pesar de todos los inconvenientes. Y como ya hemos dicho, el sueldo no es lo suficientemente alto. Hemos visto la competencia y pagan mejor, hay que cambiar de trabajo, es algo seguro. Pero si cambiamos, corremos el riesgo de no tener trabajo, y no sabemos si estaremos en la nueva empresa. Tendremos que volver a pasar una entrevista, ser juzgadas, cambiar de colegas, etcétera. Además, tenÃamos una Nespresso en la oficina, y quizás no sea el caso en el nuevo trabajo. Al final, vamos a la máquina del café para quejarnos, pero no cambiamos de trabajo.