Ciertamente, es inútil abstenerse de cualquier regla o incorporar un régimen draconiano para comer de forma equilibrada. Basta con integrar algunos principios sencillos y de sentido común, veamos una guía sencilla para una alimentación sana.

Comer de todo

Es primordial no eliminar ningún alimento, puesto que se corre el riesgo de provocar carencias y no darle al cuerpo sus necesidades básicas. Independientemente de que la comida se haga en el trabajo o en casa, debe contener un alimento de cada familia (glúcidos, lípidos, proteínas, vitaminas y minerales) para garantizar el equilibrio.

Para ello basta con incluir en el plato féculas, verduras, carne o pescado, y terminar con algo de queso o una fruta. Los productos azucarados industriales no son indispensables para el organismo, sin embargo de vez en cuando es bueno tomar un trozo de tarta. Una onza de chocolate negro con el café es bueno para el cuerpo y el estado de humor. Con las restricciones suelen aparecer normalmente las frustraciones y las pulsiones alimenticias.

Verdura

Comer es un placer

Por una cuestión de salud, pero también por placer, es importante variar al máximo el menú. En cuanto a las proteínas, se debe alternar entre carne y pescado y huevos. No debemos olvidar que el pescado graso debe formar parte de la dieta, y no debemos comer más de 4 huevos a la semana.

Se puede cambiar la pasta y el arroz por quinoa o germen de trigo. Igualmente es fundamental incluir alimentos integrales, que son más saciantes, y tardan más tiempo en digerirse, pero también son más interesantes desde un punto de vista nutritivo. Lo ideal es aprovechar los productos de temporada que aportan la diversidad necesaria para el equilibrio.

Cuidado con las cantidades

Todos los dietistas y nutricionistas están de acuerdo: el secreto de una alimentación equilibrada es poder comer de todo, pero con moderación. Los azúcares lentos, a pesar de ser indispensables para el organismo, no se deben consumir en grandes cantidades. Lo mismo ocurre con los lípidos. No se deben eliminar de la alimentación, pero con una cucharada de aceite y una cucharada de mantequilla al día, ingerimos la cantidad necesaria para el cuerpo.

Finalmente, conviene tomarse el tiempo necesario para escuchar al cuerpo durante la comida. Se trata de comer lentamente para mejorar la digestión. Además esto permite sentirse saciado más rápido y evitar tener que servirse una segunda vez.

Evitar los productos industriales

Los productos industriales se deben evitar por razones muy simples. Normalmente están azucarados o llevan demasiada sal y son pobres en aportes nutricionales. Si el plato preparado en un supermercado es una tentación a la hora de comer en la oficina, lo mejor es decantarse por las sobras de la comida del día anterior o preparar en casa el plato del día, como puede ser una ensalada sana pero saciante.

Evidentemente, es posible comer sano con la comida que nos ofrecen los supermercados, pero a condición de leer bien las etiquetas y respetar algunas reglas básicas.

Comer en buenas condiciones

Comer bien no se resume únicamente al contenido del plato, es necesario tener tiempo y tranquilidad, pero también poco ruido, ninguna presión, y de vez en cuando compartirlo con otros comensales de nuestro agrado.

Comer es una actividad social, y por tanto la convivencia forma parte de este ejercicio. Es inútil estar acompañado de 4 personas en cada comida. La comida se puede disfrutar en solitario, a condición de estar en buenas condiciones ambientales.

Evitar los grandes bocados

Lo fundamental es poder apreciar diferentes sabores. El gusto de un alimento al principio no es forzosamente el mismo al final. Conviene saborear las diferentes etapas. De hecho, incluso después de haber tragado el primer bocado, podemos constatar que hay muchas cosas que ocurren dentro de la boca. Para ello conviene tomar un pequeño bocado, y mantenerlo el tiempo suficiente dentro de la boca. La finalidad está en hacer circular el alimento en la boca, para poder percibir todas sus cualidades.

Con relación a la masticación, se trata de masticar lentamente. Pero de nada sirve hacerlo 30 veces seguidas, contando el número de bocados que damos cada vez que tenemos un trozo de carne en la boca, ya que esto termina por matar el placer de la comida.