Según un estudio del año 2011, el 95% de las mujeres piensa que ha sido objeto de persecución por parte de otra mujer en algún momento de su carrera. Ya en los años 70, los investigadores de la Universidad Americana de Michigan se interesaron al impacto de las mujeres en la promoción de los asalariados en las oficinas.
Descubren entonces que las mujeres que consiguen tener éxito en sectores habitualmente dominados por los hombres, se oponen normalmente al éxito de otras mujeres, citando el célebre adagio de que “la mujer es un lobo para la mujer en la oficina”, llamando a este problema el “Queen Bee Syndrome”.
Los investigadores justifican este comportamiento por la cultura patriarcal del trabajo. Al igual que los hombres, las mujeres que consiguen llegar a la cima de una empresa se vuelven obsesionadas con la idea de mantenerse en lo más alto, y para ello, no hay nada mejor que hacerle la vida imposible a los competidores, en este caso a las competidoras, aparte de que los puestos de responsabilidad para mujeres parecen ser limitados.
En la clasificación del magazine Fortuny de los 500 primeros puestos de responsabilidad en empresas, solamente un 2% se refiere a las mujeres. Esas mujeres piensan por lo tanto que otras mujeres corren el riesgo de tomar su sitio, y no de robar uno de los lugares ocupados por los hombres.
Un estudio realizado en 2007 entre mil empleados americanos indica que el 45% de los encuestados había sido tiranizado en el trabajo. En cuanto a los tiranos, el 40% de ellos se trataba de una mujer. Otro estudio, realizado 3 años más tarde por el Workplace Bullying Institut, muestra que las mujeres que tiranizan a los otros empleados en la oficina dirigen directamente su rabia contra sus semejantes en un 80% del tiempo, cuando los hombres son más estables y la toman tanto con hombres como con mujeres.
Un estudio aún más reciente que data de 2011 ha descubierto que el 95% de las mujeres piensa haber sido en algún momento de su carrera torpedeada por otra mujer. Los estudios se acumulan sobre este tema pero nada cambia.
Y si los hombres también la toman con las mujeres, estas son todavía más viciosas cuando quieren destruir la credibilidad de otras mujeres. En realidad conocen mejor sus debilidades y saben donde pueden hacer más daño. Entre rumores que dañan el ego y destrozan una carrera, los lugares de trabajo pueden transformarse en auténticos terrenos de juego para adultos agresivos.
Pero los jefes de las mujeres no son los únicas culpables. Las mujeres que trabajan para una “mujer alfa” no suelen apreciar siempre esta situación y pueden poner pegas a la hora de hacer su trabajo, y por lo tanto respetar menos a sus superioras solo por el hecho de que no tienen todos los atributos masculinos.
La dificultad se atiene igualmente al hecho de que se espera de una mujer que sea más dulce, que esté más a la escucha, que sea más amable. Sin embargo, no son generalmente estas cualidades las que les han permitido llegar a las más altas responsabilidades. Podemos decir que cada vez es más fácil para las mujeres conseguir un puesto de responsabilidad en el trabajo, pero en cualquier caso no deja de ser una tarea complicada. Realmente contar con otras mujeres para conseguir este puesto de responsabilidad no termina por ser la solución más adecuada.