A pesar de sus muchas virtudes, el masaje con miel es, hasta el momento, bastante poco conocido. La textura de la miel es ideal para la exfoliación de las células muertas que se acumulan en la superficie de la epidermis. Siendo un excelente producto nutriente, la miel hace que la piel se vuelva más suave y más firme.
Las diferentes terminaciones nerviosas superficiales de la piel se ponen en activo con un masaje con miel para reactivar el flujo circulatorio. En definitiva, la miel despierta la energÃa de la piel, independientemente de la parte del cuerpo que se trate. La jalea real es todavÃa más eficaz que la miel normal.
La miel actúa igualmente en profundidad, reequilibrando la distribución de la melanina. El masaje con miel optimiza, por otro lado, los intercambios metabólicos de las células y el drenaje de los lÃquidos y las grasas.
Este proceso se realiza de manera natural, y por lo tanto no existe riesgo alguno sobre el organismo, ni que aparezcan reacciones alérgicas, como ocurre con otros compuestos quÃmicos de algunos productos que se usan para el masaje. Y como la alergia a la miel tan sólo concierne a un 2% de la población, existen pocas posibilidades de que un masaje de este tipo nos provoque alguna reacción epidérmica.
La utilización de la miel
La miel es recomendada como producto de masaje para varias técnicas como los masajes relajantes, deportivos, energéticos, o el masaje de los chakras. La utilización de la miel se hace generalmente sobre la espalda y los muslos, pero también se puede usar para la cara.
En este último caso, la miel sirve a la vez como producto para el masaje y como mascarilla de belleza. No obstante conviene mezclar la miel con otros productos suavizantes para evitar irritaciones en la piel del rostro.