Si ya estáis cansadas de correr los mil metros, y de hacer carreras contrarreloj, no hay nada mejor que un buen remojón en la piscina para cambiar de rutina. Para disfrutar de los beneficios del agua, existen una multitud de actividades deportivas y lúdicas que se pueden practicar.
Aceptando la famosa sentencia de ArquÃmedes, el cuerpo parece más ligero en el agua, se pueden desarrollar muchos ejercicios en el agua que cuestan menos practicarlos que en el gimnasio. Con mayor razón esto es verdad si tenemos en cuenta que gracias a la resistencia del agua, multiplicamos por dos los beneficios de cada ejercicio.
Adiós al estrés
La natación no impone ningún tipo de contraindicación. Podemos nadar a cualquier edad, incluso si sufrimos ciertos traumatismos o artritis. La natación no daña ni al esqueleto, ni a las articulaciones, sino que evita el dolor, sin agujetas, ni daños de ningún tipo.
Por el contrario, tonifica con suavidad, por eso la natación reafirma y alarga los músculos del cuerpo, modelando la silueta. La natación sirve para dar flexibilidad y tono corporal. El agua estimula la circulación, efectuando micromasajes en ciertos puntos sensibles. Es calmante, y permite desprenderse del estrés.
Cuándo practicar la natación
A nivel del biorritmo, estamos hechas para activarnos por la mañana, y descansar por la noche. Sin embargo, cada cual tiene su propio reloj biológico y profesional. En todo caso, es preferible nadar antes de ir a comer, y sobre todo no reemplazar la piscina por la comida.
Nadar entre mediodÃa y las dos de la tarde, suele ser el mejor momento de la jornada. Entre las 17 horas y las 19 horas, permite quitarnos el estrés de encima, al tiempo que nos corta el hambre antes de ir a cenar. En definitiva, hacer deporte y cultivar el bienestar personal es de las cosas más beneficiosas para mantener una buena higiene de vida.