Deporte y embarazo no casan muy bien con la idea que se hace la mayoría de las mujeres, principalmente con la preocupación de no provocar mayores problemas al bebé. Los temores parecen justificados, pero no están del todo demostrados. Los estudios, y ciertas deportistas de alto nivel tienden a probar que para una mujer, estar embarazada no significa llevar una vida sedentaria. En todo caso, conviene ver cuáles son las ventajas reales que existen a la hora de practicar una actividad deportiva, así como las precauciones que se imponen.

Embarazo, deporte y aumento de peso

Una de las razones que nos empuja a movernos es la voluntad de no querer engordar, y es una de las razones que deben igualmente incitar a una mujer embarazada a llevar algún tipo de actividad. En efecto, se aconseja no superar los 12 a 13 kilos de peso debido al embarazo. Por esta razón, realizar algo de deporte ayuda a mantenerse por debajo de este umbral, y es sobre todo en la última parte del embarazo cuando se crea una diferencia notable entre una mujer activa y una mujer sedentaria. Fuera de las cuestiones de peso, conviene saber que el deporte permite mantener la masa muscular y limpiar la acumulación de masa grasa.

Embarazada

Limitar el aumento de peso significa también limitar los problemas derivados, y concretamente las lumbalgias, que pueden ser normalmente una tortura bastante limitadora.

Los beneficios de la actividad física no se detienen aquí. Por poco que la mujer embarazada sea dinámica, esto favorece siempre el retorno venoso, limita los riesgos de varices y la formación de edemas dolorosos y poco estéticos.

Por todas estas razones, practicar un deporte es el mejor medio para conservar cierta autonomía, y asociado a su acción antidepresiva, permite vivir mejor el embarazo, sobre todo en los tres últimos meses, cuando los efectos de la actividad física se hacen sentir mucho más.

El deporte después del parto

Los efectos del deporte practicado durante el embarazo persiste más allá del parto. En efecto, destaca un cansancio menor en las mujeres que han practicado una actividad. Estas disponen de un plus de energía, a partir del cuarto o del quinto día, reduciendo los riesgos de sufrir una depresión postparto. Este fenómeno se ve, además, aumentado con el hecho de retomar rápidamente una actividad moderada, siempre bajo la responsabilidad del médico.

No olvidemos que los riesgos que corre por el feto son el primer factor que influye en la decisión de no practicar una actividad física durante el embarazo. No obstante, hoy sabemos que sin dejar de ser razonables, ni olvidarse de los riesgos de sufrir un aborto, ni de la probabilidad de tener un hijo prematuro o con retraso en el crecimiento aumentan por la práctica deportiva.

¿Qué tipo de deporte practicar?

Ya hemos visto que es globalmente favorable practicar una actividad física durante el embarazo, ahora nos queda ver qué tipo de deporte se debe practicar y de qué forma hacerlo.

La primera cosa que conviene saber es que hay que olvidarse inmediatamente de cualquier noción de rendimiento y tan solo centrarse en el placer.

Está claro que no es cuestión de practicar un deporte de riesgo, ni un deporte colectivo con contacto violento, sin hablar evidentemente de los deportes de combate o de los deportes mecánicos. Hay que centrarse en deportes mucho más tranquilos como el jogging, que se transformará rápidamente en marcha, el cardio en bicicleta, o en bicicleta elíptica, o en cinta de correr, o la natación.

Este último es ciertamente el deporte ideal durante el embarazo, además de que ofrece un efecto drenante. También se puede plantear algo de refuerzo muscular, pero siempre bajo el control de una persona cualificada.

Si se pretende aprovechar el embarazo para volver a practicar un deporte, y que sois una mujer en estado de riesgo, conviene dejar pasar los tres primeros meses y esperar al segundo trimestre, entonces se puede salir a hacer deporte entre 3 y 5 veces por semana durante unos 30 minutos.

Para aquellas que ya son activas, es posible ponerse a practicar deporte tomando como base este mismo ritmo semanal. Progresivamente, la frecuencia y la intensidad se verán reducidas. Siempre conviene ser razonables y optar por un ritmo de crucero cómodo, es decir, que se pueda mantener una conversación mientras se camina o se pedalea.