La llegada de un nuevo miembro a la familia plantea unos cambios a los que la pareja tiene que adaptarse poco a poco. Sin embargo, el ritmo del dÃa a dÃa tras la llegada de un bebé tiene una velocidad distinta como consecuencia de la falta de descanso adecuado y la asimilación de nuevas rutinas que dejan en un segundo plano costumbres previas. Lo más importante en esta situación es tener presente que el tiempo ayuda, como en cualquier cambio, a normalizar los nuevos hábitos.
Cuando una pareja tiene un hijo enfrenta en primera persona el reto de aprender a ser padres y este aprendizaje es exigente, especialmente, porque los padres lo son consigo mismos. Pero esta exigencia también abre la puerta a inseguridades, miedos y dudas que son propias de una etapa de inexperiencia cuando se tiene el primer hijo.
Si en una situación de este tipo, cada uno carga con sus dudas en solitario, la distancia en la pareja aumenta. Por el contrario, cuando los temores se comparten a través de la comunicación y se refuerza la empatÃa, entonces, es más fácil que cada uno pueda ponerse en el lugar de otro.
El vÃnculo de pareja también se modifica tras la llegada del bebé ya que el niño se convierte en el centro vital para ambos. De este modo, la pareja tiene menos tiempo que dedicarse y pueden echarse de menos mutuamente, es decir, pueden añorar la complicidad pasada. Sin embargo, conviene tener presente que esta primera etapa, pasará y los instantes de romanticismo volverán a la relación. .
En ocasiones, las parejas se sienten tan absorbidas por las responsabilidades de sus nuevos roles que dejan en un segundo plano la relación de pareja. Sin embargo, la familia es un núcleo en el que existen distintas relaciones y es positivo cuidar todas ellas.
Existen algunos sÃntomas que pueden mostrar indicios de una crisis de pareja en esta etapa: las discusiones constantes y la dificultad para buscar soluciones, tener la sensación de que la otra persona no es la misma de siempre y parece haber cambiado, la sensación de estar viviendo una misma etapa de la vida pero desde puntos de vista muy distintos.
El error más habitual en este tipo de situaciones es que las parejas pueden adoptar la actitud equivocada al asumir las quejas y los reproches como forma de querer llamar la atención del otro, cuando en realidad, es más constructivo realizar peticiones concretas que potencian la colaboración mutua y el acercamiento. Además, también es saludable expresar sentimientos de forma sincera porque una pareja está conociéndose constantemente y evolucionando. Para mejorar la relación con la pareja en esta etapa, en primer lugar, es positivo tener paciencia con uno mismo y mantener un diálogo interior amable.