La relación entre madre e hija evoluciona con el paso de los años, sin embargo, existe un hecho recurrente más allá de la edad. Las madres son protectoras y en muchas ocasiones, no se dan cuenta de que sus hijas han crecido y ya no son unas niñas.
¿Qué conflictos frecuentes se producen entre madres e hijas?
1. Diferencias de criterio fruto de la diferencia generacional que existe. Las madres tienen que aprender que sus hijas, son personas independientes, con capacidad y autonomía para pensar por sí mismas.
Estar en desacuerdo en ciertos temas no es nada negativo, al revés, la diferencia es una riqueza en una familia.
2. Las madres se entrometen en la vida de sus hijas sin darse cuenta que se sienten en el derecho de preguntar a sus hijas aspectos de su vida personal y laboral.
3. Las madres pueden llegar a infantilizar a sus hijas de treinta años con mensajes del tipo: “Abrígate que hace frío”. Es decir, con consejos que parecen más para una niña de siete años que para una persona adulta.
4. Las madres no siempre llevan bien que sus hijas se echen novio, especialmente, en la adolescencia o en los primeros años de juventud.
5. El síndrome del nido vacío también muestra el miedo que tienen algunas madres a que sus hijos se vayan de casa y vuelen en solitario. En algunos casos, las madres pueden recurrir al chantaje emocional para conseguir una actitud concreta en su hija.
6. Mientras las hijas viven en casa de los padres también se producen discusiones por la realización de las tareas de la casa cuando las hijas no se implican en sus responsabilidades.
¿Cómo sobrellevar estos conflictos recurrentes entre madres e hijas? Con mucho sentido del humor, buena voluntad y entendiendo la edad y la posición de la otra persona. Las madres desean lo mejor para sus hijas.